viernes, 2 de marzo de 2012

¿Quiénes fueron los Cátaros?


El nombre «Cátaro» se cree que proviene de la palabra griega katharó, que significa «puro» o «purificado», o de la voz alemana ketter, que significa «herético». Los cátaros formaban una secta cristiana, también conocida como Albigenses, que gozó de popularidad durante los siglos XII y XIII en la región francesa del Languedoc y en el norte de Italia. Eran una ramificación de otra secta herética anterior, llamados bogomilos o bogomiles de los Balcanes, existente desde mediados del siglo X. En 1.179, en el Tercer Concilio de Letrán, el Papa denunció públicamente a la iglesia cátara. 

Aunque la Iglesia católica juzgaba herejes a los cátaros, estos se consideraban cristianos verdaderos y se referían a sí mismos como «cristianos» u «hombres buenos». El bastión principal de los cátaros estaba en el Languedoc, hoy una parte de Francia, pero, en aquel entonces, un rico Estado independiente. La mayor parte de la nobleza del Languedoc era o bien cátara o simpatizante de la fe cátara. Como pacifistas que eran, no suponían una amenaza para los señores feudales, y su propósito de llevar una vida sencilla, pura y pacífica atrajo a muchos hacia su fe.

Desgraciadamente, los cátaros tuvieron problemas con la Iglesia Católica porque se negaron a aceptar la autoridad del Papa; creían que la cruz era un símbolo maligno de la tortura y la muerte y no les gustaba el comercio de reliquias religiosas, negocio muy lucrativo para la Iglesia en aquellos tiempos. En lugar del Juicio Final de las almas - un concepto que los cátaros no aceptaban - , creían que el mundo físico dejaría de existir cuando todas las almas fueran liberadas de él. La doctrina enseñaba la visión dualista del universo; con sus dos principios antagónicos: el bien y el mal, la luz y la tiniebla. Pero ellos no se consideraban asimismo profetas como el persa Mani, quienl había acuñado el maniqueísmo compilando las doctrinas de Zoroastro, Buda y Jesús. Para ellos el mal poseía la misma fuerza real que el bien, por lo que jamás debía ser ignorado y/o menospreciado. La creación del mundo la atribuían a un ángel malvado, Satán; y esto suponía que todo lo material simbolizaba lo negativo y pecaminoso, por lo que la única solución para el ser humano de salvarse, radicaba en seguir las enseñanzas de Jesucristo, quien mostrara al mundo el camino de la redención.

La rendición de los cátaros
Los cátaros creían en la salvación personal e, incluso, se animaba a la gente común a leer la Biblia, especialmente el Evangelio de San Juan del Nuevo Testamento, ya que las ideas expresadas en él influyeron en la formación de las creencias de los cátaros. La Iglesia cátara estaba organizada en diócesis con obispos, diáconos y perfecti. Los oficios religiosos eran informales y se hacían al aire libre, en cuevas o en casas.

En 1.209 el papa Inocencio III convocó una cruzada contra los cátaros, que, conocida como la Cruzada Albigense en alusión a la ciudad cátara de Albi, fue especialmente sangrienta y cruel, y acabó con miles de vidas, tanto de cátaros como de cristianos. En ese momento, los cátaros empezaron a fortificar muchos castillos-fortaleza, tales como el de Montségur, en el sur de Francia, que había sido utilizado originalmente como un lugar de meditación. Sin embargo, tras la cruzada, Montségur se convirtió en un refugio. En 1.243 Montségur fue sitiado, aunque lo áspero y montañoso del terreno se lo puso difícil a los cruzados. Los cátaros, finalmente, se rindieron el 2 de marzo de 1.244, tras un asedio de diez meses, durante el cual, se cuenta, muchos soldados se convirtieron y se unieron a las filas de los cátaros. 

Entre las condiciones de la rendición, se les dio quince días para prepararse para su destino. La noche anterior a la que debían entregarse, cuatro cátaros escaparon por la ladera más escarpada de la montaña y se llevaron consigo el tesoro cátaro. Nunca se ha sabido en qué consistía este tesoro, y ello ha sido objeto de debate en innumerables libros. Se ha especulado que el tesoro era el Santo Grial, la legendaria «cabeza hablante» de los Templarios, también conocida como Baphomet, importantes objetos rituales cátaros, escrituras sagradas, o bien, tal como sugieren Picknett y Prince en La Revelación Templaria, el tesoro podría haber consistido en los cuatro cátaros en sí mismos. El día de la rendición, los 205 cátaros que resistían dentro de Montségur fueron conducidos cantando colina abajo, donde fueron quemados en la hoguera. 

La Cruzada Albigense continuó durante once años más, hasta 1.255. Desde entonces, se dejó en manos de la Inquisición erradicar de la zona el catarismo, que todavía existía en pequeños focos en los Pirineos. La información de esta época proviene sobre todo del pequeño pueblo de Montaillou, de las declaraciones de los aldeanos interrogados por la Inquisición. Hacia 1.320, la mayoría de los líderes cátaros habían sido quemados por herejes y el catarismo jamás fue capaz de recuperarse.

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